La palabra Alzheimer siempre generan miedo e
incertidumbre a la hora de enfrentarse a ella y buscar soluciones o tratamientos que puedan retardar su
evolución o bien evitar un empeoramiento de los síntomas.
Una manera muy eficaz y adecuada de enfrentarse a estas
patologías es hacerlo con un diagnóstico precoz de las mismas que, en muchas ocasiones, debe ser atendiendo a
los síntomas que la persona presenta ya
que, en ocasiones es la forma de manifestación más sencilla y rápida, aunque
también alarmante.
Un principio básico es que existen muchos tipos de demencias
y, cada una requerirá de un abordaje y tratamiento diferente, puesto que la
causa que lo genera así lo es. Es importante tener claro a qué nos enfrentamos
pero, por encima de un nombre, está la sintomatología que la persona presente y,
que debe ser nuestra principal prioridad.
Abordar una demencia exige de un equipo multidisciplinar que
pueda tratar a la persona desde la globalidad, puesto que este tipo de
patologías afectan a todas las esferas del individuo: cognitiva, social,
psicológica y física. Todas esas áreas de la persona deben ser tratadas por
profesionales que, no solo conozcan a la persona de forma exhaustiva sino, los procesos clínicos que se generan tras la aparición de esta enfermedad.
Cuando aparece un diagnóstico de demencia es el momento de
actuar e iniciar una serie de tratamientos especializados y cuidados
asistenciales que, se complementen con la farmacología propia y necesaria para el
tratamiento de estos síntomas. La suma de ambos tratamientos, siempre que se
haga un seguimiento exhaustivo de la persona y, un abordaje personalizado,
genera unos beneficios notables en la misma y un pronóstico más favorable en su
evolución.
Igual que acudimos al médico para revisiones periódicas,
sería recomendable que superada la barrera de los 55 años, nos sometiésemos a
valoraciones cognitivas que puedan dilucidar si existe un inicio de deterioro
cognitivo o, alguna otra patología que está enmascarando o potenciando este
diagnóstico.
En muchas ocasiones una depresión relevante puede generar
síntomas que se asemejen a los causados
por la demencia por lo que, solo un diagnóstico diferencial muy preciso es
capaz de tomar las medidas exactas para un tratamiento eficaz.
El primer pilar básico para conseguir que una enfermedad
degenerativa como es la demencia no progrese de forma rápida y exponencial es
tener con detalle un diagnóstico preciso y exacto de la sintomatología del
paciente y la causa de la misma, pudiendo desde el primer momento establecer el
tratamiento que según sus necesidades requiera.
Otro punto básico para asegurarnos el éxito de un
tratamiento de estas características es tener claro que nunca dos enfermedades
con un mismo nombre se comportan de la misma forma en dos personas diferentes
puesto que, no se puede aislar la patología de la historia anterior de la
persona, de sus intereses, alfabetización y demás aspectos que forman parte de
sus esferas vitales anteriormente descritas.
Por desgracia no existe aún una cura de las demencias ni una
manera eficaz de asegurarnos la prevención de las mismas o la no aparición de
estas pero, sí podemos reducir o minimizar el riesgo de aparición de una
patología y, por supuesto tratar la misma de manera eficaz una vez dé la cara.
Como conclusión podemos afirmar que un elemento muy
importante para valorar si un caso de Alzheimer o demencia tiene un pronóstico
satisfactoria, es la precocidad con la que se realiza el diagnóstico y, la
rapidez con la que se aplica el tratamiento rehabilitador.
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